Los cuentos de hadas no existen,
Pero el amor y la decepción sí.
Nunca sabremos con certeza como es que se desarrolla
Esa serie de sentimientos que comienzan a tomar forma
A través de una simple atracción física
Y ese intercambio de miradas,
Que se hacen presentes y van expandiéndose
En nuestros seres sin control alguno.
Todo es parte de una magia que muchas veces no entendemos,
-(por más que queramos)-
Pero, que con seguridad si logramos definir mediante cualquier frase
Relacionada con flores, mariposas, nervios en el estomago
Y finalmente con lágrimas.
El principio de un fin escrito,
Como el vivir y morir,
Como reír y llorar,
Sin un límite entre los patrones existentes del bien y el mal.
Por mucho tiempo me he tomado la tarea de explorar más allá
De lo que se esconde en nuestros cuerpos.
No he llegado a terminaciones que no sean más que emocionales,
Porque este tipo de magia es tan poderosa
Que podemos reír, marearnos e ignorar un infinito universo
Que se oculta ante la presencia de ese ser
Que nos provoca un sin fin de cosas que -en ocasiones-
“no podemos transmitir mediante algún gesto”.
Es como creer en Dios como una fuerza divina existente,
Pero que no podemos verificar
Con hechos palpables que no escapen más allá de aquel libro sagrado
Que a más de uno le hace cuestionar
Las diferentes teorías de porque somos lo que somos.
Una retorica que constantemente nos roba la vida de manera silenciosa,
Que cargaremos encima por siempre,
Para seguir riendo,
Y para seguir llorando ante la espera de un regreso más que incierto.
Cuestionando realidades,
Verdades,
Y contabilizando horas que se hacen infinitas,
Sin poder conciliar con el sueño.
Con un inmutable desespero
Que agota las cuantiosas cantidades de aire
Que habitualmente respiramos.
Soledad.
Enemigo número uno de muchos seres,
Que no deja más escapatoria que pensar, pensar y pensar,
Y regodearse de aquella falsa utopía de creer
Que si hubiese algún método
Para regresar el tiempo,
Y hacer la jugada de manera correcta
-Para no incurrir en el fracaso-
Que nos separa de esa alma que creemos tan especial
Para nosotros mismos,
Lo haríamos sin dudar dos veces la ejecución de dicha acción.
Hoy, soy un alma que vive en carne propia el arrepentimiento,
Y que se entristece ante las sonrisas
Que rememoran momentos de alegría,
De vivir y borracheras infinitas.
El principio de un fin,
Que empecé a escribir alrededor de dos años atrás,
Y que ahora debo finalizar
Con algo que llaman fracaso.
Con la conformista idea de que la vida ha de continuar.
Cuestionando de principio a fin
A aquella poderosa magia que es capaz de mucho.
Sin embargo,
Habré de aceptar lo que el mañana depara.
Deseando olvidar todos aquellos momentos
Que te hicieron llorar, enojar y gritar.
Mantener la distancia no es la acción más valiente en este caso,
Pero si lo más lógico,
Entre ese “pobre” patrón que la humanidad ha creado.
Lo siento.
G.
miércoles, 9 de marzo de 2011
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