Como causa y efecto: “llegaste y desapareciste”.
Todo fue parte del mismo misterio que siempre
me previno ante tus medias palabras,
esas mismas que utilizaste en reiteradas ocasiones
como guarida para el egoísmo que nunca te ha dejado irme.
Las situaciones se embistieron del más bajo pudor,
y las sonrisas que parecían existir, se arroparon con un labial oscuro,
el miedo arraso con todo,
al mas violento estilo de un tsunami,
y la felicidad fue el estado utópico que jamás quisiste mencionar.
Ya no importa cuan afligidos podamos estar,
porque, después de tanto recrear este ciclo
y darle más poder a ese alguien sin sentido,
he llegado a sentir que soy insensible a tu rostro cuando lloras.
Nunca quisiste buscarme,
hoy en día, lo he aprendido de la peor manera,
Si.
Cuando me vi gastando cada segundo de mi vida,
cuando trataba de mediar con situaciones que parecían mas mías que tuyas,
y cuando me percate,
era tarde...me perdí.
Como causa y efecto: “me amaste y me dejaste”,
nada ha cambiado desde ese entonces,
todo sigue siendo igual,
solo que ahora la locura es un estado normal,
que más que incongruente a nuestros sentidos,
es el polo opuesto que repele toda carga de energía presente.
Necesito desprenderme de todo aquello que parece posible,
necesito más que esa posibilidad que me obliga a escuchar mi corazón,
necesito un poco de aire que respirar,
pero más que todas esas cosas anteriores,
necesito que,
escuches el peso de la cruz que has decidido cargar.
G.
lunes, 3 de agosto de 2009
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