Cap. I: del adiós a la locura
En el camino de cualquier transeúnte infeliz
Existen soledades interminables
Que se despliegan entre las luces penetrantes
De cualquier cielo sin fronteras.
El eterno llanto,
La ausencia de sentido,
Y el apego emocional
Se arraigan a la melancolía que desquebraja un corazón
Y lo tiñe de más dolor y miedo,
Trazando la inestable superficie por las que habrá que deambular.
Una guitarra española,
Acordes sin sentido,
Y fantasmas de una íntima ficción.
Miles de bebidas alcohólicas
Y alguna que otra droga,
Para olvidar.
Porque solo con creer no fue suficiente.
Cap. II: rutina y negación
Ahora soy esclavo de la locura
E invento historias cada mañana
Para no desaparecer de la rutina
Que a ímpetu de la imaginación,
He creado para huir.
¿Pero realmente de qué o quién es que realmente huyo?
¿De tus amordazados sentimientos?
¿De la contradicción de tus palabras y acciones?
O ¿De mis ganas de saber de ti y no encontrarte en ningún ámbito posible?
Lo siento.
Esta vez, olvidé que fuiste tú -quien apareció-
Y detuvo la rutina
Para florecer, carcajear,
Y huir como fantasma.
Como un espíritu llevado a merced.
Cap. III: la luna
Aparecer,
Desaparecer,
Entre mañanas y noches,
Sin poder moverme de mí aposento,
Esperando por la eterna tarde que nunca tuve.
Ansiar y fusionar.
Fusión de sentidos extendidos
Y corazonadas erradas.
De dolor y penas,
Entre malabares,
Mientras que el jugo de luna
Se esparrama al medio día.
Una locura que juega con cuchillos,
Una rutina que se niega a sí misma
Y se fusiona al escondite
De algo que es
Y que siempre será.
Fusión.
G.
lunes, 31 de enero de 2011
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1 comentario:
No sé que resulta mejor.
Leerlo o escucharlo.
Me gusta más el último cap.
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