viernes, 18 de junio de 2010

El error y la derrota.

Cuando las cosas tienden a ser un fracaso no habrá nada ni nadie que cambie el curso de las mismas. Se puede luchar contra dicha situación pero, al final de todo el resultado seguirá siendo el mismo.
El error de trayectoria será más notorio y cuando te detengas a visualizar la estela que has dejado atrás, te percatarás de que has dejado más que un par de corazones rotos, ilusiones a medias y una inconformidad que día a día se agranda con el ego de ese ser que, irrefutablemente te seguirá señalando por dicha traición.
La traición y la derrota. Dos palabras que amistosamente me gustan, pero que hasta cierto punto han formado parte de lo que actualmente estoy viviendo. Letales armas de doble filo.
La primera vez que escuche palabras sabias acerca del error y la derrota, fue cuando mi padre me vio llorar a moco tendido por aquella muchacha que había roto mis medias ilusiones.
Sin embargo, hoy es una de esas veces donde no quiero llorar, sino más bien reflexionar y entablar un diálogo inteligente con todos aquellos que se niegan a escuchar y a entender. Porque es a veces, cuando me siento tan infeliz como en este momento; con este peso de inmoralidad que ni siquiera me permite ver por la ventana que todas las mañanas acompañaba el inicio de mi día y me regalaba un poco de contacto con la naturaleza. Con la verdad.
A veces es necesario callarnos y reprimirnos. Llorar en nuestras almas y no hacer notorias aquellas lágrimas que tienden a ser tan letales como el filo de una catana.
Amig@s, errar es de humanos y rectificar de sabios, ¿Pero de qué vale tal cosa si nuestras acciones no son ejecutadas con el corazón? Si aún no dejamos ir todo aquello que realmente nos condujo a la desdicha ¿?
La perfección es algo más ficticio que una película de Star Wars, y aunque muchos me señalen de perfeccionista, los invito a formarnos en fila para empezar a lanzar piedras a ese rio de emociones, ese canal de agua que nos reflejará la inconformidad a cambio de nuestra misma hipocresía convertida en algo, menos en humanidad.
A veces, es mejor morderse nuestra perversa lengua. A veces, es mejor ni escribir lo que por desgracia tenemos que pensar y sentir. A veces, alguien comete un error y el egoísmo/orgullo no deja más escapatoria que decir cualquier porquería ajena a nuestros propios sentidos. A veces, es una de esas veces donde quiero estallar el mundo con toda su basura incluida y celebrarlo en compañía de un buen vino y ese cigarrillo que tanto me gusta fumar.
A veces es mejor rectificar.
A veces es una de esas veces donde no hay nada que decir, donde tengo que ver como sigues elogiando tu suspicaz manera de ser (celebrando la existencia de aquellos juegos te artificio y fantasmas vánales).
Esta vez la derrota ya no es tan fuerte como el error, como la inmoralidad que tengo encima gracias a todo aquello que te hace juzgarme.
Mi error.
Mi derrota.

G.

martes, 1 de junio de 2010

Lágrimas desconocidas.


Muy pocas veces observo a la gente cuando llora.
-“Íntimo” instante que no merece ser interrumpido por nada ni por nadie-
Lágrimas desconocidas: “aquellas que veo bajar por tu impecable rostro”,
Dolor.
Inevitable dolor que no puedes ignorar…
Una mirada desviada,
Y tu esbelta cabellera que simula volar por el aire que respiras,
Era el paisaje más visible ante mí.
Algo me perturba,
Algo me asecha,
El sol me mira….y las nubes me escuchan.
Error.
Mi óptico error al azar: “capturar ese centenar de emociones que se reducen en lágrimas”.
Lágrimas desconocidas,
Aquellas que veo descender por tus mejillas,
Mientras sigues observando la nada y sigues sintiendo el desastre que ha desatado el clima,
Escuchando de lejos aquellas palabras que vienen de parte de aquel poeta
Que recita los vocablos que encajan perfectamente en tu déjà vu,
El déjà vu de una geometría incongruente y jamás palpable.
Muy pocas veces observo a la gente cuando llora,
Pero hoy violé mis principios de intuición y me deje llevar por lo que con rabia sostenías en tus manos,
Aquello que no soltaste para no sentirte develada por tu público espectador.
Y aunque el intercambio de miradas fue minúsculo,
En donde te busque…creí encontrarte,
A pesar de que no puedo dejar de reconocer que al acercarme a ti
Me siento invadido por alegría e intriga
Por todo “aquello” que he venido callando.
Hoy violé mis principios de intuición y recite un par de versos sin rima,
Desaté creatividad y enlacé mis rebuscadas palabras a tu media mirada,
A las palabras que nunca mencionaste,
A tus lágrimas ajenas,
Ajenas de todo,
Menos del dolor.
Nunca me gustó observar a la gente cuando llora porque es un momento íntimo que se debe respetar,
Sin embargo, no me gustó verte llorar porque duele,
Duele tanto como ese silencio que premeditadamente se veía venir,
Algo por lo que no estoy asombrado,
Algo por lo que no debería sentirme tan triste ahora,
Mientras sigo jugando al engaño con mi alma,
Y desligo mis sentidos de la realidad para entrar en confusión.
Porque es a veces cuando sentimos que somos capaces de todo y de nada a la vez,
Porque es a veces cuando logro concebir con esta realidad,
Porque a pesar de que llorabas, yo estaba allí para ti,
Con mi verborragia,
Mientras me ofrecías más de ese silencio.
¿Alguna vez pensaste que eras parte de toda esta magia que desató el tiempo?
¿Alguna vez podré escucharte?
Porque es esta una de esas veces donde quiero acercarme
Y recitar verdaderos versos con poca rima que,
Rememoren aquel día donde te vi llorar y la vez...
...fui feliz.

Gustavo Adolfo Osorio Ramírez.